domingo, 15 de febrero de 2009

Tercera carta desde el espacio

Esta es la continuación de las dos cartas desde el espacio(primera parte)(segunda parte), ha pasado varias décadas desde los acontecimientos de la segunda carta, varias familias instaladas en habitats espaciales el L5, juntan ahorros para viajar y colonizar independientemente el Cinturón de asteroides al estilo del Viejo Oeste .
Allí nuevos habitats se crearan y la expansión de la humanidad se ampliara notablemente.


«Querido Stephen:

»15 de julio de 20...: Tu madre y yo vamos a ir anotando un recuento de experiencias de viaje que complemente las fotografías que no dejamos de tomar en ningún momento. Más tarde, cuando seas suficientemente mayor para leer e interesarte por las cosas, sabrás de qué manera pasaste a ser un joven poblador del cinturón de asteroides.

»Han pasado cinco años desde que me uní a la Asociación de Constructores de Naves Espaciales
Experimentales. Contamos con un activo capítulo de la misma aquí en Bernal Gamma, y varios de los asociados trabajan conmigo en la construcción.
»Si nos encontráramos en la Tierra ahora y nos diera por pensar en emprender viajes por el espacio, dirían que estamos locos. Una nave espacial que pudiera elevar su propio peso y pasar, con la precisión de fracciones de segundo, por todas las secuencias necesarias para despegarse del planeta, sería mucho más complicada y cara que cualquiera que pudiera construir un artesano.

»Aquí, en cambio, todo es diferente, y las posibilidades de emprender viajes particulares son mucho mayores. Nuestra nave del espacio jamás requerirá de grandes fuerzas y el motor puede, por tanto, ser de reducidas dimensiones; además, no nos importa que nos lleve algún tiempo llegar a destino.

»Con lo que hemos ahorrado y con la venta de nuestra casa en Gamma pudimos emprender la
aventura con unos 100.000 dólares. He estado trabajando en la construcción de naves durante los últimos tres años y seguiré haciéndolo cuando lleguemos a los asteroides, de modo que todavía estará a la vista cuando seas suficientemente mayor para recordar cosas. La Lucky Lady es una esfera de unos tres pisos de altura, hecha de aluminio porque es fácil de soldar. La he estado construyendo en el puerto de yates, cerca de los embarcaderos de Gamma, y hemos comprobado todas las juntas con equipos de rayos X que nos han prestado en el trabajo. Junto a la Lady, en el apostadero, se encuentran tres o cuatro más de su clase; Chuck y Bill y otros se unirán a nosotros formando una especie de "caravana" de cinco unidades, de modo que si alguno de nosotros tropieza con dificultades antes de llegar a destino, siempre podrá contar con ayuda cerca. Entre los cinco hemos comprado un motor completo, muchas piezas de recambio y herramientas específicas. Cuando lleguemos al cinturón de asteroides podremos unirnos para emprender tareas de mayor envergadura.

»Nuestros planos salieron, a decir verdad, de Spacecraft and Pilot, y habían sido verificados por
ingenieros astronáuticos, así que son fiables. La Lady posee un triple casco de presión, cada capa de un milímetro de grosor, y éstas, individualmente, podrían soportar ya más de la presión que llevaremos a bordo. El casco vacío pesa globalmente unas tres toneladas, y ciertamente su construcción se ha llevado mucho de mi tiempo libre. El apostadero de naves no está sometido a rotación y el trabajo, por consiguiente, se realizó a gravedad cero. Ello me permitió manejar las grandes secciones de aluminio totalmente solo.

»Alrededor del casco hay una capa de arena de unos treinta centímetros de espesor con objeto de protegernos de algunos de los rayos cósmicos y las erupciones solares que pudieran salimos al
encuentro. Más allá de la arena hay una cuarta capa de aluminio, muy fina, cuyo fin es mantener la arena debidamente colocada en su sitio. Como ayuda adicional en caso de que se produzcan erupciones solares, hemos dispuesto asimismo un "refugio antitormenta" fuera de la esfera, en forma de pequeña burbuja de aluminio conectada con la mayor. La protección es ahí mucho más gruesa, de modo que si el temido evento se produce podemos encontrarnos en ella en menos de un minuto y permanecer en su interior durante varios días si es necesario. Los niños son especialmente sensibles a la radiación solar; de ahí que esa burbuja sea a la vez tu "guardería".

»Compramos nuestros motores del cohete nuevos, de primera mano. Pertenecen a la misma
compañía que los fabrica para las pequeñas naves de rescate, y cada uno de ellos proporciona un impulso semejante a su propio peso; una parte importante de nuestra pequeña fortuna se dedicó a su adquisición. Tengo entendido que cuestan lo mismo que un pequeño reactor privado en la Tierra. El sistema vital de regeneración de aire fue adquirido de segunda mano, reconstruido y certificado nuevamente como apto por la Agencia de la Federación Astronáutica. Ese también salió de uno de los patrulleros de rescate y, la verdad, resultó barato; sé que el Gobierno había pagado mucho más por él, pero me han dicho que actualmente han puesto en servicio modelos más modernos.

»En la Tierra, antes de que tu madre y yo nos trasladáramos aquí, al espacio, yo solía pilotar
pequeños aeroplanos y pertenecía a un Aeroclub deportivo. Todo ocurría allí súbitamente, y la navegación en mal tiempo era algo que tenía que hacerse con extremo cuidado. Había que mantener contacto constante con las señales del Omni-Range, atender al direccionador y, además, estar en todo momento dentro de la legalidad en lo que respecta a altitud y demás regulaciones, y había que dirigir el aparato continuamente, de acuerdo con la brújula y el giróscopo. En nuestro viaje desde aquí a los asteroides no habré de preocuparme de nada de eso; no hay clima en el espacio, de modo que podremos ver y saber siempre dónde estamos y adonde nos dirigimos. Contaremos con dos sistemas de navegación. Uno de ellos es tan viejo como la navegación oceánica en la Tierra; se trata del sextante, para medir los ángulos entre los planetas visibles y el Sol. Con ello bastaría, pero disponemos de algo más. Actualmente hay enormes transmisores, situados en las órbitas de la Tierra y de Marte, y no paran de emitir pulsaciones, así que conoceremos nuestra posición sin más que conectar un receptor de radio. En la Tierra también usaban ese truco para navegar por los océanos, y le habían dado el nombre de Loran. Con el manual de posiciones del transmisor y con la tabla de horarios de emisiones podemos determinar nuestra posición con un error menor de una milla, incluso si nos encontramos a veinte mil millones de millas de distancia.

»Nos pasamos un poco con eso de la radio: compramos tres, todas idénticas. Son del tamaño de las usadas normalmente en las avionetas y las utilizaremos para nuestras comunicaciones directas entre las familias que emprendamos el viaje, así como para atender a una clave de Morse que hemos convenido con las dotaciones de los patrulleros. Vamos a seguir un plan de vuelo concreto y tendremos que aparecer "en el aire" cada tres días. Para hacerlo orientaré la gran antena de hoja de aluminio, sirviéndome de un pequeño telescopio para apuntar exactamente al punto de L5 en el que estará situado el receptor.

»1 de agosto de 20...: Los funcionarios de Guardacostas y de la Federación Astronáutica han estado aquí y nos han dado autorización de despegue. Han comprobado nuestra aptitud para hacernos al espacio y el certificado consiguiente (Licencia de categoría R, Construcción casera experimental) y nuestras licencias de radioemisión; también mi permiso como piloto privado (Piloto Privado, Exclusivamente en Espacio Libre, Prohibido el Vuelo en Atmósferas Planetarias). Llevamos a bordo comida para dos años, por si es necesario alargarla, y una enorme cantidad de semillas, peces, pollos, cerdos y pavos. Para iniciar una nueva vida a nuestra llegada hemos invertido la mitad de nuestros ahorros en esferas y cilindros prefabricados, en plásticos aluminizados con propiedades de espejo, en agentes agroquímicos para nuestros futuros cultivos y no sé cuántas cosas más.

»8 de agosto de 20...: La Lucky Lady, cargada, acorazada y lista para zarpar, ha pesado cerca de 500 toneladas, de modo que no hemos abandonado Gamma ciertamente a toda prisa; de hecho, no llevábamos siquiera la velocidad de un hombre a pie al minuto de nuestro lanzamiento; pero la velocidad ha ido incrementándose gradualmente y, ahora, al cabo de una semana, hemos recorrido ya una distancia mayor que la que separa la Luna de la Tierra. Nos quedan aún unos ocho meses de viaje aproximadamente, casi lo mismo que le llevó a tu tatarabuelo el ir desde Illinois a California.

»10 de octubre de 20...: Hemos tenido más movimiento de lo que hubiéramos deseado estas últimas semanas. En primer lugar la máquina de Bill presentó problemas: no lograba el impulso que quería y su combustible se consumía a pasos agigantados. Esos motores son bastante complicados, sabes, y no pudimos resolver el problema rápidamente por nuestra cuenta, así que optamos por montar un motor de recambio. No era demasiado difícil, la verdad; sencillamente, hubo de aproximar dos de las astronaves, unirlas, cerrar las escotillas que aislan la sala de máquinas, y proceder al cambio en mangas de camisa. A partir de ahora vamos a tener mucho en qué ocuparnos, pues poseemos todos los manuales referentes a los motores y a las piezas que los componen y vamos a intentar reparar por nosotros mismos el fallo del que le hemos cambiado a Bill. Mientras tenía lugar el cambio de máquina nos encontrábamos, por así decir, al pairo, o sea sin impulso alguno durante cuatro días. Pero aquí, en el espacio, ello no significa nada. Contábamos aún con nuestra velocidad, y lo único que ha supuesto el contratiempo es que a última hora habrá que hacer un ajuste en la dirección del impulso y esperar un poquito más para atracar.

»Sólo dos días después de haber dado fin a las reparaciones, fuimos alcanzados por nuestra primera erupción solar. Esas cosas se forman en pocos minutos, así que no había tiempo de muchos preparativos. En cuanto sonó la campana de aviso todos nos apresuramos a buscar refugio en nuestro cobijo protegido, donde permanecimos durante tres días enteros. Para entonces el efecto de la erupción se había reducido tanto que con nuestra coraza ordinaria teníamos protección suficiente.

»23 de noviembre de 20...: Te sacamos de tu "guardería" para que pudieras compartir con nosotros la cena del Día de Acción de Gracias: pavo, arándanos en lata y muchos extras reservados para esta ocasión especial. La verdad es que tenemos mucho de que estar agradecidos: al principio hubo algunos resfriados, pero luego todo el mundo ha gozado de perfecta salud... ¡Ah!, y nadie ha sufrido de dolor de muelas. Si conseguimos llegar hasta el Cinturón, donde hay dentistas, habremos superado el mayor problema con que han tropezado antes grupos como el nuestro.

»Hemos venido dedicando la mayor parte de nuestro tiempo a adelantar algunas tareas de
construcción. Empezamos, de común acuerdo, por la dependencia colectiva de reunión, que
compartiremos las cinco familias, hasta que podamos construir más. Se trata de un cilindro tan grande como la Lucky Lady —en cuanto a volumen— y tan largo como una manzana de casas. Está formado de hojas de aluminio y hemos podido trabajar en él sin haber tenido que recurrir aún ni una sola vez a nuestros "trajes espaciales". Ahora nos encontramos en vuelo libre; hemos parado los motores y, así, hemos podido seguir nuestra actividad después de haber atracado el cilindro junto al casco de la nave. Cuando hacía falta llevar algún material o pieza de equipo a determinado punto, sencillamente discurríamos por el interior de la nave hasta la altura deseada y procedíamos a introducir lo necesario por aberturas especiales practicadas en ambos cuerpos con este fin. Me imagino que el conjunto debe de parecerse a una de esas cajas portátiles para el revelado de películas. Los extremos de la dependencia lo forman dos semiesferas de aluminio; al poner la última comprobamos su hermetismo: ¡perfecto! Así que dejamos que el Sol diera en el tanque de oxígeno líquido, que al calentarse y salir por la espita reguladora nos permitió crear en el habitáculo una atmósfera respirable. Todas las naves han atracado ya junto a nuestra obra, y cualquiera de nosotros que desee ir a trabajar a la dependencia colectiva durante un rato, puede hacerlo sin problema alguno: ahí es, precisamente, donde hemos dispuesto nuestra cristalería. Me refiero, claro está, el taller de fabricación de cristal y similares. Las soldaduras, naturalmente, se realizan mejor en el vacío.

«Nuestro primer trabajo de "astilleros" ha consistido en construir los módulos agropecuarios. Cada uno de ellos es un cilindro de tamaño que apenas cabe en nuestro taller de montaje una vez que todas las piezas componentes han sido soldadas. Ahí pensamos disponer asimismo un piso muy ligero de rejilla, por debajo del cual se encontrarán los gallineros y pocilgas. El techo nos presenta más problemas, ya que hemos de prever la entrada de la luz del sol. En las comunidades existentes en L5 resuelven la cuestión disponiendo una malla metálica en cuyos vanos se encuentran las ventanas de vidrio, pero aquí nos tomamos las cosas de manera más llana... y más fácil: contamos con hojas de aluminio prefabricadas en las que aparecen un gran número de perforaciones; pues bien, sellamos cada abertura mediante un disco de vidrio que fijamos con un pegamento especial plástico. Una vez hemos terminado uno de esos módulos bombeamos oxígeno en su interior, soltamos los pernos de sujección y dejamos que flote adjunto a la nave en el exterior.

»25 de diciembre de 20...: Hoy has vuelto a salir de tu "guardería", y los veintitrés que formamos la expedición nos hemos reunido para celebrar juntos una espléndida comida de Navidad. Hemos comido jamón y gran cantidad de alimentos congelados; pero el año que viene, con suerte, contaremos con patatas frescas y maíz, y también con tarta de calabaza. Yo había construido algunos pequeños juguetes para ti, y me ha parecido que te dedicabas a ellos con no poco entusiasmo. Sé que no me agradecerás que te lo recuerde cuando seas un poco mayor, pero tu madre está muy orgullosa de que ya puedas decir "mamá", "papá", "nave" y "perro". No creo que la familia de Chuck fuera a parte alguna sin su Snoopy, y si a la perra Maggie le pasa lo que pensamos, te aseguro que nos haremos con uno de sus cachorros para ti.

»10 de mayo de 20...: Parece que no vamos a tener tiempo para escribir por el momento. Hemos
estado prospeccionando este último mes y creo que hemos dado con algo bueno. No se podía ver desde la Tierra con un telescopio, pero pensamos que tiene una masa de unos tres millones de toneladas, mucho más de lo que necesitaremos, incluso para el tiempo de tus nietos. Los pequeños espectroscopios que hemos traído nos informan de que es muy rico en carbono (nos fijamos en ese asteroide por su buen aspecto negro), así como en nitrógeno, hidrógeno y muchos metales. Así que habrá que clarear y roturar mucho en adelante, y para cuando seas lo suficientemente mayor para manejar una máquina de soldar serás mi ayudante. Tenemos todo un mundo por construir aquí, Stephen, así que ¡crece de prisa y pon manos a la obra!»

Fragmento del libro de Gerard K. O'Neill "Ciudades en el espacio" .

4 comentarios:

Dinorider d'Andoandor dijo...

la emergencia médica sí pudo ser peor, imagina una apendicitis en plena travesía, supongo que por precaución a ciertos pilotos les acabarán sacando los apéndices para prevenir eventos desagradables en largas travesías.

Dinorider d'Andoandor dijo...

ah... ya lo olvidaba, sin duda, no hay nada como un buen libro, no?


alassea re meldo Gouki!!!

Gouki dijo...

tambien puede ir siempre un medico o varios con ellos.

¿eso es 'saludos amigo gouki' en sindarin?

Dinorider d'Andoandor dijo...

vas por buen camino
;)

La vida ha colonizado cada rincón de la Tierra, ya es hora de ayudarla a colonizar todo el sistema solar.